Diego se puso contento con el nacimiento de su hijo número 12. Martelina, su esposa, se preocupó. Su esposo, sin un brazo por un accidente al ir a leñar, no puede trabajar y la familia numerosa sufrirá hambre, frío, analfabetismo, entre otros. La historia de esta familia del municipio de Copainalá, se replica a nivel mundial. La familia humana crece, ya somos 8 mil millones de personas en el planeta Tierra. Algunos, como Diego se ponen felices. Otros, como Martelina, se preocupan: implica varias consecuencias que no son muy agradables. Este 11 de julio es el Día Mundial de la Población.
La cifra, además de ser motivo de celebración, también invita a la reflexión, en un momento en que la pandemia sigue afectando a la humanidad no sólo en el tema de la salud, sino también a nivel económico, lo cual ha profundizado la desigualdad social.
Este lunes 11 de julio se conmemora el Día Mundial de la Población, el cual, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), busca centrar la atención en la urgencia e importancia de los problemas de población.
El Día Mundial de la Población se instauró a través del entonces Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 1989.
El interés por reconocer este día ocurrió tras la celebración del “Día de los cinco mil millones” el 11 de julio de 1987, cuando se alcanzó ese número de habitantes.
Fue a través de la resolución 45/216 de diciembre de 1990, que la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió mantener el Día Mundial de la Población “para aumentar la conciencia sobre las cuestiones de población, incluidas sus relaciones con el medio ambiente y el desarrollo”. El Día se celebró por primera vez el 11 de julio de 1990 en más de 90 países.
Según datos de este organismo internacional, se calcula que la población mundial crece a un ritmo de 83 millones de personas al año. Asumiendo que la fertilidad seguirá disminuyendo, según la variante media de las proyecciones, se espera que la población mundial alcance los 9 mil 800 millones en 2050 y 11 mil 200 millones en 2100. En el año 2011, el mundo alcanzó la cifra de 7 mil millones de personas. Para este 2022, se dice que la cifra llega a los 8 mil millones. China, India y Estados Unidos son los países más poblados.
En el marco de esta conmemoración, el pasado jueves 7 de julio, la Secretaría de Gobernación mediante el Consejo Nacional de Población (Conapo), así como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), y El Colegio de México (Colmex, realizaron un foro en el cual hicieron un llamado a visibilizar la diversidad de las poblaciones, a aprovechar las oportunidades que trae consigo el cambio poblacional, y a desarrollar acciones que permitan a todas las personas ejercer todos sus derechos.
Para el UNFPA México, llegar a la cifra de los 8 mil millones de personas a nivel mundial es motivo de celebración, pero también de reflexión.
“La humanidad ha logrado grandes avances, pero aún existen retos para asegurar oportunidades y derechos para todos. Es un momento para inspirar el cambio y renovar la esperanza”, señaló el organismo en su cuenta oficial de Twitter.
En tanto que la secretaria general del Conapo, Gabriela Rodríguez Ramírez, destacó que las necesidades sociodemográficas de México han cambiado, por lo que al día de hoy la política de población se enfoca en los derechos humanos e incorpora las diversas dimensiones de la desigualdad, ha cobrado centralidad erradicar la exclusión social y extender los derechos humanos a todos los grupos de la población.
A propósito de esta fecha, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dio a conocer cifras representativas de la población mexicana, que incluyen información sobre el descenso de la fecundidad e incremento en las defunciones por Covid-19.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda elaborado por el Inegi (2020), la población que residía en ese momento en México era de 126 millones de personas. De estas, 51% eran mujeres y 49%, hombres.
En el mismo año se reportaron 1 millón 086 mil 743 muertes con base en la Estadística de Defunciones Registradas. Las tres principales causas de mortalidad fueron: enfermedades del corazón (20 %), COVID-19 (18 %) y diabetes mellitus (14 %).
El Inegi destacó que comparada con decenios anteriores, la estructura por edad mostró una base piramidal más angosta debido a la reducción relativa de niñas, niños y jóvenes.
Resaltó que entre 1970 y 2020, se presentaron dos cambios sustantivos en la estructura poblacional: por un lado, el porcentaje de personas de 0 a 14 años se redujo de 46 a 25%, mientras que el de la población de 30 a 59 años aumentó de 22 a 38%.
En tanto que entre 1970 y 2020, el índice de envejecimiento pasó de 12 a 48 personas de 60 años y más por cada 100 niñas y niños con menos de 15 años.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía resaltó que el incremento de los adultos mayores evidencia un proceso de envejecimiento demográfico. No obstante lo anterior -destacó- México aún no muestra la misma magnitud que se ha observado en regiones más desarrolladas.
De acuerdo con las proyecciones de población que publica el Consejo Nacional de Población (CONAPO), se estima que, en 2050, el porcentaje de adultos mayores será de 22%.
La cifra - enfatizó el Inegi- representa una de las transformaciones sociales más significativas del siglo XXI, según la Organización de las Naciones Unidas. Y es que desencadenará consecuencias para casi todos los sectores “entre ellos, el mercado laboral y financiero y la demanda de bienes y servicios (viviendas, transportes, protección social…), así como para la estructura familiar y los lazos intergeneracionales”.
De acuerdo con el Inegi, la tasa global de fecundidad disminuyó de 2.86 hijos por mujer en 1999, a 2.39 y 1.88 hijos por mujer en 2009 y 2019, respectivamente.
El grupo de mujeres de 20 a 24 años de edad, es el que presenta el nivel más alto en la tasa de fecundidad (154, 132 y 101 nacidos vivos por cada mil mujeres para 1999, 2009 y 2019, respectivamente).
Por su parte, la fecundidad adolescente presentó una disminución en las últimas dos décadas (1999 a 2019), al pasar de 64 a 43 nacidos vivos por cada mil mujeres de 15 a 19 años.
Lo anterior aún preocupa a la comunidad internacional, pues el embarazo precoz incrementa los riesgos de salud tanto para la madre como para la o el niño, e impacta en el desarrollo de las adolescentes.
En contraste, las cifras en torno a la mortalidad aumentaron de manera significativa, en gran medida, a causa de la pandemia por COVID-19. Durante 2020, en México hubo 1 millón 086 mil 743 defunciones registradas. De estas, 59% fueron hombres y 41%, mujeres.
Las primeras tres causas de muerte fueron: enfermedades del corazón (20 %), COVID-19 (18 %) y diabetes mellitus (14 %). En conjunto, estas tres causas sumaron 52% de las defunciones totales.
Las tasas de defunción más altas por COVID-19 se ubicaron en los grupos de 60 a 69, 70 a 79, y 80 y más años. De estos, el número más alto ocurrió en el grupo de 80 y más, con 152.97 muertes por cada diez mil hombres y 81.25 muertes por cada diez mil mujeres.
Casi la mitad de la producción actual de alimentos es perjudicial para nuestro planeta, causando pérdida de biodiversidad, degradación del ecosistema y estrés hídrico.
La agricultura se encuentra entre los mayores contribuyentes al calentamiento global, ya que emite más gases de efecto invernadero que todos nuestros automóviles, camiones, trenes y aviones combinados, en gran parte del metano liberado por las granjas, óxido nitroso de los campos fertilizados y dióxido de carbono por la tala de bosques para cultivar o criar ganado (que implica también pérdida de la biodiversidad), esta práctica es un importante impulsor de la extinción de la vida silvestre.
También, la agricultura es el usuario más sediento de nuestros preciosos suministros de agua y uno de los principales contaminadores, ya que la escorrentía de fertilizantes y estiércol altera los frágiles lagos, ríos y ecosistemas costeros de todo el mundo.
Si en 1800 la población rondaba los mil millones de personas, en la actualidad la cifra está en los 7.7 mil millones, de los cuales el 60% se encuentra en Asia. Hoy en día la población sigue creciendo (linealmente, no exponencialmente, como se suele decir) pero lo hace más despacio.
La tasa de crecimiento llegó al 2.1% en 1962 y desde entonces ha caído hasta un 1.05%. A pesar de todo, este crecimiento bastará para que la población mundial alcance un tamaño de 9.7 mil millones de personas en 2050 y de 10.9 mil millones para el 2100.
Si estas tendencias continúan, el crecimiento de la población y la búsqueda de dietas más ricas, habrán de requerir que dupliquemos la cantidad de cultivos que tenemos para el 2050.
Los recursos de agua dulce disponibles por persona han disminuido en más de un 20% en las últimas dos décadas debido al crecimiento de la población y el desarrollo económico, exacerbados por el cambio climático, y de no tomar medidas la tendencia continuará, advirtió este jueves la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Según el informe anual más importante de la agencia El estado de la alimentación y la agricultura en el mundo más de tres mil millones de personas viven actualmente en áreas agrícolas con una gran escasez de agua y casi la mitad de ellos, 1200 millones, se enfrentan a graves limitaciones al respecto.
En América Latina, el agua por persona ha disminuido un 22%, en el sur de Asia un 27% y en África Subsahariana hasta un 41%. En esta última región alrededor de 50 millones de personas viven en áreas donde la sequía severa tiene impactos catastróficos en las tierras de cultivo y pastizales una vez cada tres años.
Aproximadamente el 11% de las tierras de cultivo de secano del mundo (aquellas que dependen exclusivamente del agua de la lluvia y no tienen sistemas de riego), o 128 millones de hectáreas, enfrentan sequías frecuentes, al igual que alrededor del 14% de las tierras de pastoreo, o 656 millones de hectáreas.
Mientras tanto, más del 60 %, o 171 millones de hectáreas, de las tierras de cultivo de regadío sufren una gran escasez de agua. Once países, todos en el norte de África y Asia, enfrentan ambos desafíos, por lo que es urgente y necesario adoptar una contabilidad de agua sólida, una asignación clara, tecnologías modernas y cambiar a cultivos que necesiten menos agua, asegura el informe.
En total, el 20% de los terrenos agrícolas, unos 300 millones de hectáreas sufren de falta de agua suficiente.
Además, cabe destacar que el acceso al agua por persona a nivel mundial es desigual, por ejemplo, la cantidad media de agua dulce por persona en 2017 fue de unos 43.000 metros cúbicos en Oceanía, mientras que apenas alcanzó los 1000 metros cúbicos en el norte de África y Asia occidental.
La primera causa indirecta que está detrás de la sobrepoblación sería la propia finitud de los recursos naturales disponibles, ya sean agua, alimentos, energía o simplemente espacio para vivir. Si los recursos no fueran limitados, no habría ningún problema en que la población creciera de manera infinita.
Sin embargo, al contar con una cantidad de recursos limitados, se puede hablar de sobrepoblación cuando se supera el número de individuos (en este caso de seres humanos) que pueden satisfacer sus necesidades con los recursos disponibles sin poner en riesgo los recursos de las generaciones futuras y la propia recuperación cíclica de dichos recursos.
Causas de la sobrepoblación mundial humana son: Mejoras en la calidad de la sanidad, que conlleva un aumento de la esperanza de vida y un descenso de la mortandad infantil.Mejoras tecnológicas, que permiten un aumento en la cantidad y la calidad de la alimentación. Concentraciones urbanas: más del 50% de la humanidad vive en ciudades.
Las consecuencias de la sobrepoblación mundial son varias. En primer lugar, cabe mencionar la destrucción acelerada de los recursos naturales disponibles y, sobre todo, el consumo de recursos que no permiten su recuperación cíclica.
Estamos consumiendo los recursos naturales de las generaciones futuras. Es decir, consumimos más de lo que la Tierra puede producir, y esto conlleva la destrucción de los medios naturales de producción de recursos.
Otra de las consecuencias directas de la sobrepoblación mundial, y que está en relación con este sobreconsumo de los recursos naturales, es la destrucción de los ecosistemas y medios de producción de estos recursos. Al abusar de los recursos naturales disponibles, terminamos por destruirlos, lo que conlleva que no se puedan volver a usar en el futuro.
Aumento de la tasa de desempleo: las zonas que tienen un mayor número de población también tienen una mayor competitividad. Esto se traduce a que las probabilidades de encontrar un trabajo se reduzcan considerablemente.
Mayor consumo energético: lógicamente cuántas más personas seamos, más recursos utilizaremos. Otro ejemplo de ello es el aumento de la energía eléctrica, un recurso primordial para poder tener un nivel de vida digno y básico.
Disminución del nivel de vida: se trata de una consecuencia que engloba todas las demás consecuencias de la sobrepoblación mundial. Al no haber empleo, las personas se ven más limitadas y no pueden disfrutar de un nivel de vida estándar.
Nivel de vida más caro: cuando hablamos de sobrepoblación también hay que entender que, basándonos en que los recursos están más limitados y son más exclusivos, se encarecen.
Disminución de la población en zonas rurales: es una consecuencia también negativa para las ciudades, que son las que acogen a todas estas personas que huyen de los pueblos. La calidad de estas zonas también empeora porque dejan de utilizarse.
Aumento de la delincuencia: el aumento de la población humana provoca que más personas no tengan recursos. A raíz de esto, algunos individuos no ven más solución que cometer actos vandálicos ya que no pueden encontrar empleos.
Riesgos sanitarios, como consecuencia a la contaminación, el cambio climático y las aguas en mal estado, las enfermedades que se transmiten cada vez serán más mortales.
Ya somos 8 mil millones. ¿Y usted celebra como Diego o se preocupa como Martelina?
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